70 Seminci- Pere Vilà Barceló ahonda en el consentimiento sexual y el trauma en ‘Quan un riu esdevé el mar’

El cineasta catalán regresa al festival, donde trece años atrás conquistó el premio de la crítica por ‘La Lapidation de Saint Étienne’

El realizador gerundense Pere Vilà Barceló regresó hoy a la Semana Internacional de Cine de Valladolid, donde en 2012 se alzó con el premio Fipresci por ‘La Lapidation de Saint Étienne’ y donde compitió de nuevo hace una década con ‘L’Artèria invisible’. En esta ocasión, presentó a competición ‘Quan un riu esdevé el mar’, una exploración en torno al consentimiento sexual y el trauma, a partir de una joven llamada Gaia, encarnada por Claud Hernández, que soporta buena parte del peso de un film donde comparte pantalla con tres pesos pesados del cine español como Àlex Brendemühl (premiado como mejor actor en Karlovy Vary por este trabajo), Laia Marull (‘Te doy mis ojos’) y Bruna Cusí (‘Verano 1993’).

A lo largo de tres horas, el director catalán empuja al espectador al abismo emocional que rodea a su protagonista, una chica atormentada que intenta digerir la evolución del proceso de su relación con su pareja, otro joven de nombre Diego al que nunca veremos en pantalla. La cámara está con ella, a su lado, adaptándose al lento ritmo de su realidad, en un proceso vital donde la soledad y el tormento serán sus únicos compañeros. A ese abismo interior intentarán aproximarse, con más o menos éxito, su padre (interpretado con la habitual solvencia por Brendemühl, que ejerce simultáneamente como padre y madre) y su profesora (Bruna Cusí), en un relato que, en el fondo, habla de la empatía y de un lastre perpetuo que atosiga sin dar respiro a las mujeres, desde los tiempos prehistóricos que exploran en sus excavaciones arqueológicas.

En su encuentro con los medios en Valladolid, el director se refirió al largo proceso de investigación que le condujo a la película, en el que estuvo inmerso cerca de ocho años. En ese periodo, según explicó, mantuvo conversaciones con más de un centenar de mujeres, “sin las cuales no hubiera sido posible hacer esta película, por respeto y coherencia con lo que se quiere tratar”. “No me imagino poniéndome a escribir simplemente un guion inventando las cosas a partir de noticias. El contacto humano es imprescindible. Ellas han aportado su confianza, con conversaciones de cinco horas. Ahora veo la película y en cada plano hay fragmentos, reflexiones, emociones y sentimientos de cada una de ellas. Eso es lo que ha construido la película”, relató.

En declaraciones recogidas por Ical destacó que la extensa duración del film (que alcanza las tres horas) le daba igual, ya que su principal preocupación era “ser fiel” a cuanto le habían contado. “El tiempo es relativo. Siempre supe que la película duraría lo que tenga que durar. Tenía que dejar el espacio necesario para los personajes; quería que en la película estuvieran los personajes pero también los actores”, señaló.

Brendemühl, por su parte, explicó que esta es su tercera colaboración con el director, en quien confía “plenamente” ya que sabe cómo prepara cada proyecto. “Con cuatro palabras te mete en situación, el guion está bien escrito y él es capaz de introducirte en ese universo con mucha precisión, con cuatro pinceladas”. El director les empujó, según relató, a “dejarse llevar para explorar ese dolor, con esos momentos de silencio, de escucha, de presencia y no tener miedo a entrar en esas emociones”. “Él te ofrece mucha libertad, y eso nos permite explorar y dejarnos llevar por la intuición, algo que es muy rico y apetecible como actor”, valoró.

Laia Marull, por su parte, se mostró agradecida por haber formado parte de la propuesta, y explicó que llegó al rodaje cuando ya llevaban tres años trabajando en ella. “Pere es un rara avis muy interesante, nos dio el tiempo y la confianza para hacerlo. Él investiga en la propia película, que se va haciendo. No tiene un plan de rodaje predeterminado, sino que va añadiendo según va necesitando la historia”, añadió.

También intervino Claud Hernández, que calificó como “increíble” la experiencia. “Ahora lo veo y no me lo creo. Yo he estado cinco años trabajando con él, y ha sido precioso. Aunque la película hable de mucho dolor, si no la hubiera hecho ahora mismo sería una persona completamente distinta, a nivel de trabajo y de alma”, apuntó. Ella también pudo hablar “con muchas supervivientes, y haber podido hablar con ellas ha sido un honor”. “A veces me daba mucho miedo no estar a la altura para ellas, porque te regalan sus historias. Para mí fue mucho trabajo de investigación para darles voz a través del personaje”, señaló.

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