La rehabilitación de las ruinas del monasterio de san Pedro de Eslonza (Gradefes, León) recibe un premio europeo de patrimonio

Varias administraciones se han implicado en la puesta en valor de los restos

El Monasterio de San Pedro de Eslonza (Santa Olaja de Eslonza (Gradefes, León) ha logrado uno de los Premios Europeos de Patrimonio/Premios Europa Nostra por la intervención llevada a cabo en el recinto, que incluye investigación arqueológica, consolidación y rehabilitación para visitas turísticas.

Fundado en el año 912 entre los ríos Esla y Porma, el edificio, actualmente en ruinas, responde a la tipología de los monasterios benedictinos, sufrió diversas transformaciones a lo largo de su historia, siendo reconstruido y alcanzando su apogeo en el siglo XVI. El proyecto se diseñó con un enfoque de sostenibilidad técnica, económica y social, con el objetivo de garantizar la integración paisajística, la conservación del medio ambiente y la seguridad turística.

Varias administraciones públicas financiaron la intervención dentro de un programa más amplio de edificios históricos vinculados a la ruta de peregrinación del Camino de Santiago, entre ellas, el Ministerio de Fomento, la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento de Gradefes. El Monasterio de San Pedro de Eslonza, abandonado desde 1835, se encontraba ya en mal estado cuando fue catalogado como monumento en 1931, lo que no pudo evitar que sufriese un proceso de desmantelamiento, expolio y abandono que le llevaría a un estado de ruina total, entre escombros, cubierto de vegetación y despojado de todo su anterior esplendor. La actual rehabilitación para visitas turísticas supone la recuperación del trazado original del monasterio, la consolidación de sus paramentos, la instalación de apeos de madera en los arcos, la restauración del nivel del suelo original con grava para una mejor circulación y la instalación de una señalización respetuosa con el monumento.

El proyecto de intervención se concibió también como un proyecto de integración paisajística y, como tal, la ruina del monasterio está ahora camuflada y plenamente integrada en el valle de Eslonza, considerándose la ruina un elemento clave del paisaje en sí mismo, señalan responsables de la actuación. La intervención se planteó con un enfoque de sostenibilidad, que incluye aspectos técnicos, económicos y sociales. Prueba de ello es el uso de materiales certificados, un presupuesto ajustado y su impacto positivo en la zona. La recuperación de la ruina ha generado entre la población local un sentimiento aún mayor de orgullo por su patrimonio común y es una importante fuente de recursos económicos para los habitantes de la región a través de un programa de visitas guiadas que atrae turistas culturales a la zona.

“Se trata de una intervención excelente, mínima y con un diseño de gran calidad en una ruina de importancia arqueológica. Es un ejemplo sólido y equilibrado de cómo acometer la delicada consolidación de una ruina para preservarla y hacer accesible el yacimiento. Se utilizaron materiales locales y recursos sostenibles. Algunos detalles, como los soportes de los arcos, están especialmente bien realizados. El proyecto también demuestra el potencial del patrimonio para reforzar las comunidades rurales despobladas a través del desarrollo y, como tal, es un gran ejemplo para sitios similares en Europa», elogió el jurado de los galardonados.

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