El Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas vivió hoy una jornada muy especial, con el regreso de tres instrumentos “únicos en la historia de la música antigua” y “excepcionales”, que “forman parte del alma histórica y musical del recinto”, en palabras del alcalde de la localidad vallisoletana, Miguel Ángel Oliveira. “Hoy recuperamos memoria y belleza”, señaló tras la devolución, por parte de Patrimonio Nacional tras cuatro años trabajando en la restauración, del Virginal de 1578 de Hans Bos, el conocido como el Realejo de la Reina Juana y un clavicordio del siglo XVIII.
Todos ellos lucen ya en todo su esplendor tras un “minucioso proceso de restauración”, en palabras de la presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, en la Capilla Dorada del recinto, el único espacio que se conserva del antiguo palacio levantado por Alfonso XI, sobre el cual su hijo, Pedro I, levantó su residencia palatina entre 1354 y 1361, antes de que la infanta Beatriz de Castilla lo transformara en morada de monjas clarisas.
Esa estancia, que estrena nueva museografía para dar cobijo a tan ilustres huéspedes musicales, también estrena, como el resto del monasterio (incluidos los baños árabes, el refectorio, el claustro o la capilla mudéjar), nuevo sistema de iluminación, tras la inversión de 190.000 euros procedentes de fondos europeos a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. De la Cueva explicó que la nueva instalación lumínica permitirá reducir más del 30 por ciento del consumo de energía y facilitará el mantenimiento y la gestión del consumo energético en el interior del recinto.
El Virginal, datado en 1578, es el único de los tres instrumentos recuperados con autoría confirmada. Fue creado por Hans Bos, uno de los más importantes fabricantes de instrumentos de tecla en Flandes (calificado como “el maestro de los maestros” por la conservadora de instrumentos de Patrimonio Nacional, María José Suárez), y da la bienvenida a quien accede a la capilla. Con su rica decoración y maderas nobles, se trata de una pieza portátil de forma rectangular de la familia del clave, pero de un tamaño más pequeño y con un único teclado. “Es un instrumento eminentemente femenino, pensado para tocar en el ámbito íntimo, que se popularizó gracias a los lienzos de Vermeer”, explicó Suárez.
El Realejo de la Reina Juana, que según apuntó Ana de la Cueva “se conoce así por la tradición, si bien la Historia nos dice que en realidad no perteneció a Juana”, tiene teclas revestidas de madera de boj y nogal, y los pliegues de sus fuelles fueron revestidos de periódicos antiguos en algunas de las restauraciones previas a las que se vio sometido. El instrumento, realizado en madera de pino, está incrustado en una caja con forma de armario con dos cuerpos, albergando la tubería y los componentes técnicos del órgano en su interior.
Por último, el clavicordio, fechado en el siglo XVIII, es una pieza de madera muy ligada a los espacios monásticos, y es la única d ellas tres para la cual los trabajos de restauración se realizaron en Tordesillas, donde según explicó la conservadora del monasterio, Leticia García de Ceca, se sometió a una intervención integral y respetuosa que ha comprendido la limpieza integral, la consolidación del mueble y la reparación de la tapa armónica y trasera, la restauración y montaje de la mecánica (púas, ejes, bisagras), del teclado, cuerdas y clavijas sobre el clavijero y, finalmente, su armonización y afinación.
Los instrumentos, que se han ubicado en una gran vitrina con forma de isla en la parte central de la estancia, se sometieron primero a un proceso de anoxia, para frenar posibles plagas biológicas que les estuvieran afectando, después se realizaron sobre ellos estudios físicos y radiografías, para acto seguido dejar paso a la labor de los restauradores y luthieres, completando el proceso con un estudio exhaustivo de la vida de los instrumentos, desde sus comitentes hasta sus destinatarios y propietarios finales, explicó Suárez, que aventuró que, en el caso del virginal, por ejemplo, probablemente fuera propiedad de una dama noble que procesaba en Santa Clara como monja.
La recién estrenada museografía de la Capilla Dorada pone en valor la belleza y relevancia de las tres piezas. Las nuevas vitrinas cuentan con la tecnología adecuada para garantizar su conservación en óptimas condiciones y simplificar su manejo y mantenimiento. Su estética, además, es acorde con el espacio en el que se presentan y con las piezas que albergan. Asimismo, la nueva instalación museográfica permite disfrutar de una visión completa de los instrumentos.
Desde Patrimonio Nacional, no descartan organizar más adelante un ciclo de música antigua para celebrar el regreso de estas tres piezas únicas a su lugar de origen. El monasterio y los propios instrumentos lo merecen», señalan, además de subrayar la cercanía en el calendario entre el acto celebrado hoy y la celebración, este mismo sábado, de Santa Cecilia, patrona de los músicos.
