Fiscalía y acusaciones particulares mantienen la petición de condena por asesinato para el hombre que mató a su casera en León en 2020

Solicitan penas de 28 a 34 años de cárcel, que incluyen las de los otros posibles delitos de robo con violencia y allanamiento de morada

Fiscal y acusaciones mantuvieron hoy sus peticiones de que se condene por asesinato a Ángel M.B., por causar la muerte a Conchi, su casera, a la que asestó 52 puñaladas en León en las primeras semanas de confinamiento por COVID-19.

El Ministerio público elevó su propuesta de pena, al considerar que el desarrollo del juicio ha dejado patente que la gravedad de los hechos, “demostrados de forma clara y contundente” así lo requiere. También incidió en que el acusado propinó las puñaladas en un espacio en el que Conchi no tenía posibilidad de defensa y huida. De esta forma, reclama una pena 23 años y medio de cárcel por el asesinato y cuatro años y medio por lo que califica como robo con violencia, respecto al dinero que el acusado -cifrado en 3.000 euros- se llevó del domicilio de la fallecida, donde ocurrieron los hechos.

 

 

La víctima recibió 19 puñaladas cuando aún estaba viva y el resto ya fallecida, infringidas con una navaja o cuchillo de al menos 2,5 centímetros de ancho y de longitud desconocida. El acusado fue detenido en febrero de 2022, tras comprobarse la coincidencia de su ADN con el de las muestras de sangre recogidas en el lugar de los hechos, la casa de la fallecida. Entonces, reconoció haber apuñalado en dos ocasiones a la mujer, de 65 años, y dijo no recordar el resto. Sí relató que había perdido los nervios tras mantener previamente con ella una discusión, dado que según su relato, le habría amenazado con “tirarle del piso”.

Las acusaciones particulares, que representan a los hijos y a la pareja de la víctima, mantienen sus peticiones de penas de 25 años por el asesinato y cinco por el de robo con violencia y en un caso añaden cuatro más por allanamiento de morada. “Estaba limpiando, desvestida, nunca abriría así la puerta y sin mascarilla en los primeros días de pandemia. Ángel entró a la vivienda sin permiso”, defendió. Otro abogado de la acusación particular remarcó que el acusado actuó con alevosía y recalcó que tras lo ocurrido “durante dos años continuó con una puesta en escena” hasta ser detenido y recordó que la investigación llevada a cabo apunta -como también sugieren otras partes- a la presencia de otra persona en la vivienda o su entrada antes de que se produjera la mortal agresión. “No hay delito más grave que éste” remarcó y recordó que en otros tiempos podría haber implicado una pena capital.

También sostienen que la cantidad sustraída pudiera ser otra a la tomada como oficial y argumentan que el acusado había preparado tanto el robo como el asesinato y eligió el momento y lugar adecuados para su impunidad y para evitar la defensa de la víctima, en pleno uso de sus facultades. “Era consciente de lo que hacía y quería hacerlo”, señaló una de las letradas. “Pónganse en la piel de la víctima”, pidió a los integrantes del jurado popular.

 

 

La defensa reiteró sus conclusiones provisionales, que plantean lo ocurrido como un homicidio

que asocia a “un momento de enajenación mental” y propone una pena de diez años de prisión y que se aplique un atenuante de arrebato. En su intervención final, la letrada que asiste al acusado señaló que la exposición de las acusaciones mostraban a su cliente como “un genio criminal y, al tiempo, como un tonto que no supo tirar la piedra y esconder la mano. Lo mismo es que no es un genio ni un estúpido”.

“Don Ángel no ha negado cometer el delito. Ha reconocido que entró a la vivienda. Llevaba su navaja en el bolsillo como la puede llevar cualquiera. Es legítimo entender que perdiera los nervios y agrediera a doña Conchi, por el miedo que le provocó que le dijera que iba a tirarle del piso y la discusión se salió de madre. Perdió el control; no sabía lo que estaba haciendo. Podían haber sido 152 en vez de 52 puñaladas, en el estado en el que estaba y la primera la mató”, esgrimió antes de pedir al jurado que crea a su cliente.

El acusado, que evitó prestar declaración el primer día de la vista, sí aprovechó hoy la posibilidad de pronunciar la última palabra, como le concede la ley. “Llevo todo este tiempo mal y me arrepiento de todo porque he dejado a mis hijos y a mi mujer solos. He perdido a mi hermana estando en prisión. Esto es nuevo para mí. Aquí hay muchas contradicciones. Sé que me van a caer 30 años. No me justifico; he dicho que lo he hecho, pero no me acuerdo. Pido mil disculpas. Lo siento mucho”, dijo. El jurado recibirá mañana el objeto del veredicto para iniciar su deliberación.

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