El cocinero abulense Carlos Casillas (1999), propietario del restaurante Barro, aseguró hoy que “ahora hay que mantener la estrella, que es casi tan difícil como ganarla”, después de que la Guía Michelin le otorgara en su gala de este martes en Barcelona la primera estrella que lucirá la provincia de Ávila, donde recogió la ‘chaquetilla’ acompañado de Jaime Mondéjar. Junto a ella, la estrella verde en reconocimiento al compromiso con la sostenibilidad de este restaurante que en tan sólo siete meses de vida ha conseguido poner a la tierra que vio nacer a Casillas en el mapa gastronómico mundial porque al final es de eso de lo que se trata. De algún modo su gran apuesta por la tierra en la que confía plenamente y además alardea de ello le ha salido francamente bien, muy bien.
Han pasado unas horas desde que le entregaran la estrella y en los primeros compases del día ha dedicado tiempo a hablar con los medios abulenses, a los que confiesa que “aún” lo está “asimilando”, según afirma en una entrevista con Onda Cero Ávila. Está en una nube, pero de un cielo ahora “estrellado”, y es que pensaba que si le hacían subir a recoger la estrella “iba a llorar, pero todavía no ha caído ni una lágrima”.
De momento ha logrado conseguir uno de los objetivos que se había marcado desde que abrió su restaurante, que ahora es noticia, y es “conseguir la estrella y conseguirla para casa”. “Podernos llevar esa estrella a la puerta de Barro es un orgullo”, dijo.
Preguntado por cuál ha sido la clave lo tiene claro, “está en la confianza en una tierra que para es maravillosa”. “Teníamos claro que la apuesta tenía que ser en casa, en Ávila. Sabíamos que el proyecto era un riesgo, de hecho mi familia pensaba que era una locura abrir un negocio aquí… Al final esa confianza, ese cuidado del detalle, que cada persona que venga al restaurante se sienta como en casa…”, relata.
Ahora, todo ha merecido la pena y ha valido un reconocimiento que también llega marcado por un día a día en el que “se consiguen forjar relaciones preciosas con los clientes”.
Casillas considera que gran parte del éxito les ha llegado “con el boca a boca que ha hecho que se llenara el restaurante y que también ha permitido comunicar lo que queríamos hacer”. Y eso es ensalzar el potencial que tiene Ávila y que él ha querido sacar.
No es la primera vez que confiesa que creció sabiendo que mucha gente de lugares pequeños como Ávila piensa que hay que irse fuera “y cuanto más lejos mejor”, para triunfar. En su bagaje y su largo recorrido, pese a su juventud, Casillas, de su formación en el País Vasco aprendió que “aquí faltaba esa cultura, el sentimiento de pertenencia, el poder de la unión que tiene la gastronomía”. Lo aprendió, se lo trajo a su tierra y empezó a visibilizar que “Ávila tiene futuro y se pueden hacer cosas”.
Reconoce que cuando abrió el restaurante Barro lo hizo de una manera “un poco inocente, pero siete meses después ha llegado la sorpresa”, que igual para el sector no lo ha sido tanto, pero “una cosa es salir en las encuestas y otra es confirmar el premio”. “Ayer, en la ceremonia, veníamos a ciegas, no sabíamos si sería una estrella, ninguna o una estrella y la verde de la sostenibilidad. Al final nos volvimos con las dos y fue una noche inmejorable de muchísimas alegrías”, comentó.
Ahora sabe que debe empezar a afrontar la realidad, que pasa además por mantener la estrella, que “es casi tan difícil como ganarla” ¿Cómo? A base de cosas nuevas que se compromete a hacer y siempre en Ávila, en su Ávila natal donde sin duda juega en casa. Y juega con un equipo completamente entregado y comprometido al que no duda en alabar, porque al final “lo más importante de la sostenibilidad son las personas”, las cuales “son la joven plantilla de seis miembros con la que ha hecho piña en Barro y también las que están detrás de los productos, de los proveedores que surten la despensa de ahora, ya sí, un establecimiento “estrellado” en el mejor sentido de la palabra.